Lo que sí, me resulta difícil mantenerme al margen de la parafernalia mediática desatada en la Argentina por la decisión de Chávez de estatizar más empresas del Grupo Techint (yendo a las fuentes, acá está la noticia cubierta por un portal venezolano). Algo totalmente lógico, ya que p.ej. Matesi le compra su materia prima al Estado venezolano, y también le vende su producción... al Estado venezolano. Sin duda, acá se entrecruzan todo tipo de intereses y de segundas intenciones, como bien lo señala Luis Bruschtein en su nota de ayer.
Para ir separando la paja del trigo, creo que vale la pena leer este artículo del periodista venezolano Modesto Emilio Guerrero. Va un fragmento:
"(...) Lo que debió ser una operación comercial tan común en el mundo de hoy como trasladar fondos de una cuenta a otra en el planeta Tierra, se convirtió en el mayor susto chavista de los capitalistas argentinos. Más sorprendió la asonada mediática, lo más parecido a las antiguas fanfarrias en las guerras de posiciones.
Esta reacción cerradamente de clase y corporativa tiene su explicación en los hechos desconocidos que condujeron a las nacionalizaciones. Las tres empresas argentinas, como las otras de otros capitales del mundo (Japón, Australia, etc.), traían a cuestas un enfrentamiento insostenible de más de dos años. Pero no con el gobierno venezolano, sino con los trabajadores y sindicatos clasistas de Ciudad Guayana, donde se encuentra el mayor emporio minero-sidero-metalúrgico del país.
En Matesi, donde la inversión madre era del 90 por ciento, la empresa dejó de pagar salarios el 11 de octubre de 2008, casi ocho meses antes del susto. Sus 400 obreros resistieron tanto como pudieron en el terreno sindical y legal. La empresa había dejado de entregar briquetas de hierro a Sidor, la siderúrgica mayor, desde hacía cinco meses y tres días (hasta el 21 de mayo), violando una obligación contraída con el Estado.
¿La razón? Tan vieja como el comercio: presionar. Presionar en dos terrenos: un mayor precio por la venta de Sidor, nacionalizada hace un año, y por Matessi y las otras. Se la veían venir.
En Tavsa, la empresa dejó de cumplir 37 cláusulas (casi la mitad) del convenio laboral en los días finales de diciembre de 2007. Desde el 26 de enero de 2008 el contrato laboral fue dejado en suspenso y, como se sabe, sin él los trabajadores quedan desnudos de derechos. Este desconocimiento del contrato condujo a la negación total de la directiva sindical y a una picardía mayor: vendía los tubos sin costura en el mercado internacional, usando materia prima, trabajo semiesclavo y energía gratis venezolanos. El informe confeccionado por los trabajadores y técnicos de Sidor, tomado para el expediente jurídico, determinó que la madre argentina de estas firmas no pagó electricidad estatal tres años y once meses exactamente, desde 1997.
En ambas empresas, y en las otras, la metodología aplicada para rebajar gastos y costos fijos era tercerizar, algo que en la Argentina suelen definir con una aplicación verbal de horrible etnicismo: “negrear”.
(...) Pasado el susto y vuelta la cordura empresaria, ellos sólo esperan lo que más les gusta: la billetera de Chávez."
Una billetera sin duda muy generosa, ya que le aportó al grupo hoy liderado por Paolo Rocca una suma de u$s 1970 millones por la estatización de Sidor, tras una oferta inicial de u$s 500 millones.
En realidad, lo que narra Guerrero no debería llamar la atención una vez que uno haya indagado un poco en la trayectoria del Grupo Techint en la Argentina. Uno de los grandes ganadores del proceso de desindustrialización y concentración económica que se inició justamente con el Proceso y se consolidó durante el gobierno de Raúl Alfonsín, para desembocar en el desguace del Estado en los '90, del cual el mismo Grupo también fue beneficiario. Una buena fuente para repasar esa etapa de nuestra historia es el trabajo "El proceso de privatización en Argentina" de Eduardo Basualdo y Daniel Azpiazu (2002). O también, el libro "Festival de licuaciones" de Carlos Escudé, en cuyo capítulo 3 dedicado al gobierno de Alfonsín puede leerse esto:
"Por cierto, entre 1981 y 1989 (es decir, desde el fracaso del plan de Martínez de Hoz hasta el fin del gobierno radical) en concepto de intereses de la deuda externa se remitió al extranjero un 4,3% del PBI global del periodo. Simultáneamente, las grandes empresas se beneficiaron de subsidios equivalentes a casi un 10% de ese monto. La segunda medida excluye los enormes sobreprecios que permanentemente pagó el Estado a los proveedores privados, que no se pueden calcular ya que corresponden al ámbito de la corrupción convencional. Entre las firmas beneficiadas se cuentan, según el autorizado testimonio de Basualdo y Azpiazu, las controladas por Astra, Macri, Pérez Companc, Soldati y Techint. (21)
Por otra parte, para que se tenga una idea de la magnitud de los sobreprecios, resulta elocuente un dato provisto por Corrales. En 1988 Siderca, subsidiaria de Techint, le cobraba a YPF u$s 51,06 por metro de caño estándar que vendía en el exterior por sólo 22,47. Y la “competencia” de Siderca como proveedora de YPF, en teoría la fuente de pujas de precios, era Propulsora Siderúrgica... otra subsidiaria de Techint. (22)
Finalmente, en un nivel agregado, informes de principios de 1989 indican que por entonces las sobrefacturaciones de los grandes proveedores del Estado sumaban u$s 2500 millones por año. Para aproximarnos al “subsidio” total habría que sumar otros 2200 millones en exenciones impositivas especiales. Esto equivalía al 6% de la economía argentina del momento, sin incluir las estatizaciones de deudas privadas. (23)"
Desde ya y por si hace falta aclararlo, éste no es un post contra Techint, ni mucho menos "antiindustrialista" o "anticapitalista". Sólo intenta ser un aporte para recordar cómo actúa el capitalismo realmente existente en la Argentina. El problema más grave no es el accionar de Techint o en general de los grandes grupos concentrados de la economía, sino la debilidad del Estado, por largas décadas colonizado y fagocitado por el poder económico.
De paso, el Grupo Clarín haría bien en no preocuparse tanto por su socio, al que las noticias de Venezuela no le deben haber borrado la sonrisa en ningún momento. Y también sería bueno que no nos tomaran a todos por giles con "la amenaza del chavismo" (la que también esgrime, por supuesto, el diario de Bartolo). Algo que hoy, a 50 años de la desaparición física de este hombre, no puedo dejar pasar.