viernes, diciembre 26, 2008

Contra las zonceras de alto nivel



Esta semana volví a ver Argentina Latente, el penúltimo film de Pino Solanas. No me interesa ahora ponerme a debatir sobre la actuación pública de Pino o sobre su discurso, sino rescatar algunas cosas que dicen los personajes que fueron entrevistados para la película. En particular hay algo que tiene que ver con este post de Abel y son unas declaraciones del gerente general de INVAP, Lic. Héctor Otheguy.

"Hoy, si quisiéramos venderle a EE.UU. el satélite, que lo podemos hacer con igual calidad que ellos, en igual tiempo y bastante más barato, no podemos. Porque el 100% del dinero federal de EE.UU., del dinero del gobierno americano, se gasta en empresas americanas.

Comparemos con lo que hacemos nosotros, lo que hemos hecho durante toda nuestra historia, es una vergüenza. Si uno ve por ejemplo Brasil, o Australia que es nuestro cliente, el 50% del proyecto que estamos haciendo nosotros en Australia, y lo mismo hace Brasil, tiene que ser hecho por empresas australianas en ese caso, es decir por empresas nacionales.

Cuando uno compra impone condiciones, el que compra impone condiciones. Nosotros no las hemos impuesto, siempre nos las han impuesto. El colonialismo mental, en el área nuestra, en el área técnico-científica, es decir "Estos temas no son para países como la Argentina" y nosotros hemos dicho desde el principio, a través del liderazgo de Varotto y de toda la gente que lo hemos seguido y el equipo que siguió adelante, es decir definitivamente no al colonialismo mental. Acá se pueden hacer las cosas, si están los elementos, hay objetivos claros y hay políticas que se mantienen en el tiempo."

Cortito y al pie, para que aplauda Don Arturo. Y mis deseos de un muy feliz 2009 para todos los amigos y visitantes de este blog!

jueves, diciembre 18, 2008

Tocando de oído

Vaya desde aquí un saludo al lanzamiento de la Asociación de Economía para el Desarrollo de la Argentina (AEDA). Sin duda, un hecho que se engancha con mis ideas y obsesiones de los últimos tiempos: por ejemplo, la necesidad de generar usinas de pensamiento para el desarrollo nacional.

Como un aporte en ese sentido y a riesgo de meterme en temas en los que toco de oído, quiero traer un texto de Carlos Leyba que va más allá de la superficie de los temas de la actualidad económica, y remarca la diferencia existente entre crecimiento y desarrollo. Jorge Sabato siempre recordaba la frase "después de tanta mishiadura cuesta mucho pensar en cosas grandes". Pero hay gente que lo está haciendo.


Lo que está ausente
por Carlos Leyba

Consumo y exportación, para Cristina, motores de recuperación y crecimiento. Anunció un programa de 13,2 mil millones de pesos y reiteró que “las palancas de crecimiento de nuestro modelo son el consumo popular y el sesgo exportador”. Mencionó a la inversión como uno de los destinos posibles de ese “plan de contingencia”.

Esas afirmaciones reflejan lo que pasó. En el crecimiento de la demanda global, en términos reales, entre 2004 y 2007, los aportes del consumo -privado y público- y de las exportaciones fueron los que más se incrementaron. Mientras, en 2004, el consumo aportó 52,2% del crecimiento y las exportaciones 8,8; en 2007, el consumo aportó el 60,7 y las exportaciones, el 11,2%. En ese lapso, disminuyó el aporte de la inversión al crecimiento. En el segundo trimestre de 2008, el consumo aportó el 70,5% del crecimiento.

La exhortación de Cristina Fernández a sostener la continuidad de esas palancas conforma una señal estratégica. Atención.

El primer paso del “paquete anticrisis” fue un megaprograma de inversiones en infraestructura; un conjunto de normas de blanqueo tributario y laboral y una moratoria impositiva. El segundo paso -¿habrá otros?-, son medidas de promoción al desempeño de la demanda de durables (automotriz, línea blanca), prefinanciación de exportaciones, rebaja de retenciones, capital de trabajo y, en tono menor, recursos para inversión de las pymes.

Ante la reducción de la demanda global, lo que incidirá positiva y contracíclicamente es el programa de inversión pública y el último paquete de financiamiento.

No podemos computar a favor la leve mejora nominal en el tipo de cambio porque, a pesar de la reducción de la inflación, no morigera, ni ahí, los efectos de la devaluación brasileña. La iliquidez local (y mundial) es un contrapeso difícil de remontar con las medidas anunciadas.

El blanqueo y la moratoria, aun siendo exitosas para recaudar, difícilmente tengan un efecto positivo en la coyuntura. Estas medidas no son las más apropiadas para enfrentar el enfriamiento. De entenderse necesarias o convenientes por razones fiscales, se compadecen más con una coyuntura vigorosa que con un tiempo de debilidad. Es que la baja coyuntura está asociada a la fuga de más de 20.000 Mu$s en un año y a la iliquidez concomitante. Ni los blanqueos ni la moratoria implican invertir esa corriente. Si las medidas de perdón tributario apuntan a la coyuntura, estamos frente a un error cuyos costos se dirimen en términos de cultura tributaria y -de tener éxito- arriesgan en términos de equidad.

Lo que es “anticrisis” es el plan de obras públicas más este anuncio de financiamiento. Apuntan a la inversión pública, al consumo y la exportación. Lo dicho ratifica que, en la estrategia gubernamental, la política hacia el sector privado es incentivar el consumo y la exportación, y que la ejecución del sector público apunta a su inversión para la oferta de servicios.

No hubo hasta ahora -y no la hay, aun en esta etapa crítica-, una definición que permita suponer una estrategia pro inversión privada. No se percibe una estrategia de desarrollo y sí una preocupación por el crecimiento. Que no es lo mismo.

Una breve digresión. Jack M. Mintz, profesor de la Universidad de Toronto, ha determinado para 2007 que la Argentina es el país, de una muestra de 80, de la más alta tasa efectiva de Impuestos a las Ganancias (47,9%) . El promedio ponderado de esa tasa efectiva para esos 80 países es de 31,7%. Para los países desarrollados (OECD), es de 31,5%. Si nos referimos a la industria manufacturera, la tasa efectiva de la Argentina es de 49,8%. Y, por ejemplo, en Brasil, 37,6; en Chile, 14,4; en Francia, 33; en España, 29,5; y en Finlandia, 22,4% (2007 Tax Competitiveness Report: A call for Comprehensive Tax Reform). Suficiente. ¿No cabe preguntarse por qué, en lugar de blanquear al uno por ciento capitales evadidos destinados a comprar campos, departamentos o realizar inversiones, no generamos un cambio en la estructura tributaria que sea pro inversión y retenemos a los limpios que se ensucian para fugar lo que no quieren pagar? ¿No pesa esto en la baja tasa de inversión en actividades productivas industriales?

La distribución del ingreso determina el patrón de consumo privado. Cada distribución del ingreso (funcional, sectorial, regional) se corresponde con un nivel de consumo y con su estructura. Además, no se puede ignorar el impacto negativo en el balance comercial de las importaciones de bienes de consumo derivadas de la inequidad distributiva.

En cada etapa de la estructura productiva, el estado de las ventajas comparadas y competitivas determina la capacidad de respuesta a las demandas de exportación: su nivel y su composición.

En ausencia de transformaciones deliberadas de las estructuras, es decir, sin una política estratégica de transformación, los incrementos en la actividad interna (en nuestro caso, sustitución de importaciones por efecto de la devaluación) y en la demanda externa (en nuestro caso, por la tracción del incremento de los precios internacionales), a partir de la distribución y la estructura productiva dadas, reproducen las estructuras previas, sus virtudes y defectos. En nuestra economía, en particular, la expansión -el crecimiento- ha convivido con dos tendencias no deseadas: la concentración de la riqueza o la regresión distributiva; y la primarización de las exportaciones o la regresión productiva.

Si no se genera deliberadamente un programa de inversiones transformadoras de la estructura de la producción, lo que requiere un programa de objetivos de largo plazo y herramientas como una política tributaria ad hoc y una financiera apropiada, el crecimiento es el resultado de “agregaciones” a la estructura existente.

Así, la política se transforma en una continuidad próspera de lo existente que sólo agrega -lo que no es poco- pero que reproduce sine die la distribución del ingreso y el patrón de exportación.

Una política de transformación siempre supone la incorporación de factores distintos, el cambio de ponderación y de relación entre los factores existentes. La de agregación (o de continuidad), es siempre una estrategia contradictoria con la de transformación (o de cambio). Si básicamente se “agrega”, básicamente no se “transforma”.

Esta discusión refiere al debate “crecimiento y/o desarrollo”. Eterno dilema: sabemos que se puede crecer sin desarrollarse. Estamos en ese riesgo.

Nuestra propia historia ha demostrado que si se “desagrega”, paradójicamente, se transforma: irreversibilidad de los procesos sociales. Por ejemplo, la dinámica de la “desagregación”, iniciada en nuestro país en 1975, produjo sucesivamente la “desprotección”, la “desindustrialización”, la “desestatización”, la “desnacionalización” y el “desempleo”. Esa “desagregación” produjo la decadencia económica y social que sintetizan el aumento, y la recurrencia, en la pobreza y la profundización, y la recurrencia, en la primarización de nuestras exportaciones.

¿Qué ha quedado implícito en los paquetes, hasta ahora conocidos, destinados a enfrentar esta crisis entendida como desaceleración del crecimiento o declinación de la demanda global?

El megaprograma de obra pública no estuvo asociado a un megaprograma de acompañamiento de la inversión reproductiva. Se anuncian las inversiones públicas como “la política” de inversiones. Una afirmación estratégica. Pero la ausencia de mención a la “la inversión privada” como parte de esa estrategia, confirma que se piensa a la inversión privada reproductiva como una consecuencia de la presión de la demanda de consumo (sin tener en cuenta el impacto de esa demanda en el balance de divisas); y de exportación: es un fenómeno derivado y no el desencadenante de un proceso de desarrollo.

Y ésta es una cuestión central: el liderazgo de la inversión reproductiva, como desencadenante, identifica a toda estrategia de desarrollo.

La inversión que desarrolla es la que transforma el patrón de distribución del ingreso (funcional, sectorial, regional) y el patrón de exportaciones.

La inversión determinada por la expansión del consumo y de las exportaciones es la que asociamos al crecimiento, y difícilmente podamos asociarla al desarrollo: responde a las estructuras previas y no a las programadas a futuro.

El crecimiento sería, de alguna manera, la concepción ortodoxa del progreso; el desarrollo, que implica reconocer el potencial dormido, sería la concepción heterodoxa. Es la hora del desarrollo, de la “sustitución de exportaciones” y “la cobertura de los agujeros negros de las cadenas de valor”.

En el discurso de Cristina Kirchner está implícito que la inversión pública es política: se decide desde la política. Esas inversiones pertenecen al área de servicios. Está muy bien. Es una recuperación del papel del Estado.

Pero el problema de ese discurso es que la inversión privada no aparece como una cuestión de la política pública. La inversión privada, en ese discurso, es (¿debe ser?) una consecuencia del incremento del consumo o de la exportación. La distribución del ingreso existente, que es la que determina los patrones de consumo, y las ventajas competitivas consolidadas, que son las que determinan la capacidad de respuesta a la demanda externa, determinan, entonces, el patrón de inversión.

Si la política económica facilita esas condiciones, el patrón de inversión queda determinado por el pasado. Y, por lo tanto, es un patrón de repetición. La misma economía pero más grande. No es poco. Pero no es lo necesario y menos lo conveniente.

Transformar, es decir programas de inversión reproductiva, es lo que le da a la crisis el carácter de oportunidad. Sin transformación vía inversión reproductiva, continuará la distribución y el patrón de exportación predominante. No parecería ser la vocación del partido gobernante. Esperamos que no lo sea.


Revista Debate Nº 299, 6 de diciembre de 2008.

jueves, diciembre 11, 2008

La que se mandó Celestino

Parece que algunos pájaros de mal agüero y aves de rapiña (suelen ser los mismos) que revolotean por la City, anduvieron agitando en estos días el fantasma del Rodrigazo. No sé qué asidero racional puede tener extrapolar la situación de 1975 a la actualidad, pero es seguro que ese episodio histórico está bastante olvidado (salvo por su resonancia de catástrofe), sobre todo en lo referido a las circunstancias en que se produjo y las consecuencias que tuvo.

Por eso, creo que es un momento adecuado para traer un fragmento del libro "El Rodrigazo, 30 años después - Un ajuste que cambió al país" de los periodistas Néstor Restivo y Raúl Dellatorre. Leyendo este artículo que rescata El Historiador cualquiera diría que al Ing. Rodrigo le fallaba alguna que otra sinapsis, sin embargo el libro de Restivo y Dellatorre demuestra que su plan fue brillantemente diseñado y ejecutado (claro que su verdadero cerebro fue el Ing. Ricardo Zinn) y que dividió en dos la historia económica del país.

Es mucho el jugo que se le puede sacar a este libro, p.ej. por los datos que aporta sobre el acercamiento de José López Rega (a) "El Brujo" con el Consejo Empresario Argentino presidido por José Alfredo Martínez de Hoz (a) "Joe". O el fanatismo y la frialdad que ponía Zinn en su tarea (sus frases "esto es una guerra" que repetía durante su breve gestión, o "este hombre va a salvar al país" señalando un libro sobre ciencias ocultas del Brujo, son de antología). Aquí traigo solamente la Introducción (descontando el permiso, y si no, el perdón de los autores), donde se encuadra al Rodrigazo dentro de un proceso de transformación económica regional y mundial. De paso, va como un aporte al debate que siguió a este excelente post de Luciano en Artepolítica.


El Rodrigazo, 30 años después
Introducción

En junio de 1975 millones de argentinos fueron testigos de un cambio dramático. Pero la magnitud de sus consecuencias recién iban a visualizarse mucho tiempo después. El mega-ajuste devaluatorio que se conoció popularmente como Rodrigazo "corrigió" de tal modo los precios de la economía que, en el contexto de cambios mucho más amplios en la estructura económica y social local, regional y mundial, partió en dos la historia económica nacional.

El país atravesó por varios ajustes, algunos con shocks, otros graduales, que supusieron pérdidas patrimoniales para las mayorías y ganancias para pequeños grupos privilegiados, sobre todo en las últimas tres décadas. Pero el Rodrigazo no sólo inauguró esa serie infausta sino que tuvo la singularidad de quebrar el modelo de país que había regido en los anteriores 30 años.

Veamos el contexto regional y global. Entre 1971 y 1976 América Latina dio vuelta una página de su historia. En esos años, su geografía se pobló de dictaduras, de sangre y de terror, como nunca antes. Para 1976, las situaciones de dictaduras reaccionarias eran casi la regla en América latina. Las había en Argentina, Brasil, Bolivia, Uruguay, Chile, Paraguay, Perú, Ecuador, Nicaragua, El Salvador, Guatemala, Haití y Granada; en buena medida también en la República Dominicana y Honduras y, bajo una fachada civilista, en Colombia (Cuevas, 1984).

Hubo, por cierto, factores nacionales que en cada caso empujaron a esa situación. Pero no puede haber dudas del peso decisivo de un contexto económico mundial que tejió esa realidad. Ya en 1964 y 1966 la Doctrina de Seguridad Nacional impulsada en Latinoamérica por Estados Unidos había sido reflejada en dos experiencias fuertes, con las dictaduras en Brasil (la dictadura del general Humberto Castelo Branco) y Argentina (el Onganiato) y en los llamados Estados burocrático-autoritarios (O'Donnell, 1986); pero la ofensiva general se produciría en el transcurso de la década siguiente.

El capitalismo mundial había tenido en la posguerra su edad dorada. Esa etapa se tradujo en altas tasas de rentabilidad para las empresas y también buenos indicadores sociales con la expansión del Estado de bienestar. Pero si a fines de la década de 1950 la tasa de ganancia media era del 40%, veinte años después había caído al 10% (Abalo, 1989, y Shaikh, 1999). Y en torno a 1968 el sistema dijo basta. Desde entonces la Comisión Trilateral, con plumas como la de Samuel Huntington, empezó a hablar de "exceso de democracia" y a alentar la reacción conservadora, primero en el Norte y, hacia la década de 1970, en el Sur (Dos Santos, 1987).

Para quienes observan los ciclos largos de acumulación capitalista, allí arrancó -la ruptura del compromiso monetario de Bretton Woods para liberar el dólar por parte de EE.UU., en 1971, y la crisis petrolera, en 1973, no fueron causas sino síntomas- la fase de caída luego de la expansión de posguerra, caída verificable en las tasas de ganancia empresarias y en las de crecimiento económico, que nunca lograron recuperar el período dorado 1945-1975, mucho menos durante el neoliberalismo de fin de siglo (Maddison, 2001).

En el capitalismo de posguerra había predominado el modelo keynesiano de desarrollo, que en Latinoamérica tomó la forma de las ideas estructuralistas de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) con el énfasis de la acumulación en el mercado interno, la sustitución de importaciones y el Estado benefactor. En Argentina en particular, esa industrialización sustitutiva tuvo dos tendencias diferenciadas en cuanto al tipo de distribución del ingreso: una hacia bienes "suntuarios" y otra, más distribucionista, hacia el consumo masivo (Azpiazu, Basualdo y Khavisse, 2004), justamente la que se derrumbó en 1975-1976.

Con la crisis de rentabilidad, y después de algunos años de disputa por el modelo a seguir para recuperar el proceso de acumulación, en el Norte empezaron a desandar el camino keynesiano Margaret Thatcher, Ronald Reagan y Helmut Kohl. Y en el Sur operaron, contra experiencias nacionalistas o de izquierda que buscaban otra salida a la crisis -los gobiernos de Allende en Chile, Cámpora/Perón en Argentina, Torres en Bolivia, Velasco Alvarado en Perú o la creación y ascenso del Frente Amplio en Uruguay, entre otros-, los golpes de Estado, con los militares como arietes de las fracciones financieras y extranjerizantes de los capitales locales.

América Latina, en ese contexto, empezó a transitar por un reformateo para que recuperaran márgenes de ganancia los dueños del capital y, como ocurrió en otros cambios de ciclos largos, el que alumbró terminó siendo más concentrador y centralizador que el anterior. Lo pagaron con sus vidas decenas de miles de latinoamericanos.

Este marco general no puede desconocerse. Las economías nacionales son parte de una economía global, con su estructura productiva, circulación de mercancías, vínculos financieros, etc. (Caputo, 1999). Y también con sus factores de poder. Argentina no podía ser la excepción, más cuando el capital extranjero era un actor central en el proceso industrializador de posguerra, sobre todo en los sectores más dinámicos (Rapoport, 2000). Por eso los cambios de ciclo y modelo en el capitalismo, que incluyen mutaciones tecnológicas, intentos de recomposición de márgenes de ganancia y disputas de hegemonía, nacionales y globales, se entroncan, más allá de factores locales, con fenómenos más amplios.

En esa medición de los ciclos y en el tránsito en forma de crisis de un modelo de desarrollo y acumulación a otro, hay hechos puntuales. En el caso argentino, nuestra hipótesis es que quizá en mayor medida que en el quiebre institucional de marzo de 1976, la inflexión debería buscarse en aquel junio de 1975 del Rodrigazo, cuando el gobierno, después del vacío de poder en el que había caído tras la muerte de Perón (1º de julio de 1974), un año antes, tambaleaba en medio de una gestión inusualmente caótica y en un clima de violencia brutal, alimentado por la disputa entre facciones del peronismo.

Hubo una Argentina transformada de raíz por esa experiencia. Se pueden discutir las razones, pero los datos son incontrastables. Una Argentina en la cual, antes de 1975, la brecha entre los ingresos del 10% más rico y el 10% más pobre de la sociedad era de 12 veces, distancia que fue progresivamente incrementándose hasta llegar a las 29 veces en 2004. Una Argentina en la que, desde 1975 y según cifras oficiales del INDEC, los argentinos de clase media y baja perdieron entre 15 y 40% de su participación en el ingreso (Equis, 2004). Un país que cuando ocurrió el Rodrigazo tenía un desempleo irrisorio de 2,3% y que no había conocido tasas superiores al 6% luego de superada la crisis de 1930. Un aparato productivo en el cual se agudizó la concentración de la industria (pasó del 18 al 25% en la posguerra a 46% hacia fines de la década de 1990 -Schorr, 2004) y que después de haber triplicado el valor agregado por la industria entre 1949 y 1974, en los siguientes 25 años lo hizo en sólo 10% acumulado (Schvarzer, 2001).

Una Argentina cuyos sectores dominantes tenían en el extranjero capitales por menos de 3.500 Mu$s, contra más de 100.000 Mu$s treinta años después (Basualdo, 2000). Un país, al fin de cuentas, que por más de tres décadas, antes de 1975, había vivido casi con virtual pleno empleo, seguridad social, expectativas de ascenso social favorables, educación integradora, cohesión de la sociedad. Y que en las tres décadas que vinieron después vio disminuir 0,12% promedio anual su PBI real por habitante (Leyba, 2003), un acumulado de 23% entre 1975 y la crisis de 2001, y achicar 52% el salario real (IDEF/CTA, 2002).

Es verdad: en las décadas de 1950 y 1960, en términos relativos, Argentina se estancó o retrocedió frente a otros países vecinos, particularmente los de modernización más tardía, como Brasil y México. También es cierto que en la fase de auge de la onda larga 1945-1975 hubo crisis institucionales y económicas, proscripciones políticas, ineficiencias estatales, injusticias sociales, inclusive terrorismo estatal y otros males. Pero es indudable que antes de 1975-1976 vivíamos en un país donde era más fácil para el conjunto vivir y tener proyectos, y que después llegó la larga noche que, como modelo, recién colapsó en 2001-2002... con final todavía abierto.

El Rodrigazo, creemos, fue el detonante para un nuevo estado de cosas. Y allanó el camino a la dictadura de 1976-1983 que se abriría paso para inaugurar otras tres décadas en las antípodas del modelo de acumulación anterior, en términos similares a lo que ocurrió en otros países en cuanto a la concentración económica, la marginación social y el privilegio por la valorización financiera, antes que productiva, del capital.

Muchos autores (Frenkel, 1980; Sevares, 1987; Schvarzer, 2001; Bonelli, 2004) han señalado que el Rodrigazo fue la antesala del programa económico de la dictadura instalada a partir de marzo de 1976 -que en lo económico agregó otras herencias malditas como la del endeudamiento externo, una de las claves de la nueva articulación subordinada del país al sistema mundial- y que el rechazo popular a aquel shock de junio de 1975 demostró a las fracciones dominantes del capital que iba a requerir de grados de violencia inéditos para alcanzar sus objetivos.

Curiosa o paradójicamente, el mismo partido político, el más grande movimiento popular de Argentina desde su alumbramiento en 1945 a la actualidad, fue el que sentó las bases del modelo inclusivo anterior y el que parió el cambio en 1975 (y lo profundizó al extremo en la década de 1990, hasta producir él mismo otro mega-ajuste colosal en el verano de 2002 para salir de la convertibilidad), sin que hasta ahora haya ensayado una autocrítica o un análisis a fondo sobre lo sucedido, igual que con el contexto represivo que acompañó al Rodrigazo.

El peronismo, se ha dicho, pasó de ser un actor fundamental en el proceso sociopolítico argentino a "terreno de batalla y botín para las sordas rivalidades entre sus supuestos aliados, a la vez que escenario para los abiertos conflictos de una lucha política cada vez más salvaje" (Halperín Donghi, 1994). Igual que otros sectores de la dirigencia nacional frente a sus propias responsabilidades, el peronismo, acaso hoy menos un partido que un modo de relacionarse con el poder, tiene una deuda no saldada con todos los argentinos y con su propia historia sobre los crímenes de la Triple A y sobre el shock económico de 1975, una alianza de terror y dominio económico que continuó exacerbada en la última dictadura y que se repitió en otros países durante aquel dramático cambio cíclico.


Referencias:
- Abalo, Carlos (1989), "Tasa de ganancia: crisis y ajuste en el capitalismo", revista Realidad Económica, Nº 91, Buenos Aires.
- Azpiazu, Daniel; Basualdo, Eduardo, y Khavisse, Miguel (2004), El nuevo poder económico en la Argentina de los años 80 (edición definitiva), Siglo XXI, Buenos Aires.
- Basualdo, Eduardo (1987), Deuda externa y poder económico en la Argentina, Nueva América, Buenos Aires.
- Bonelli, Marcelo (2004), Un país en deuda, Planeta, Buenos Aires.
- Caputo, Orlando (1999), "La globalización de la economía mundial. Principales dimensiones en el umbral del siglo XXI", coordinado por Jaime Estay, Alicia Girón y Osvaldo Martínez, Editorial Purrúa, México.
- Cuevas, Agustín (1984), "El Estado latinoamericano en la crisis del capitalismo", en La crisis del capitalismo. Teoría y práctica, de Pedro López Díaz (comp.), Siglo XXI, México.
- Dos Santos, Theotonio (1987), La crisis internacional del capitalismo y los nuevos modelos de desarrollo, Editorial Contrapunto, Buenos Aires.
- Equis, Consultora, y López, Artemio (2004), "La caída de la clase media argentina", Buenos Aires.
- Frenkel, Roberto (1980), Las recientes políticas de estabilización en Argentina: de la vieja a la nueva ortodoxia (mimeo), Pontificia Universidad Católica, Río de Janeiro.
- Halperín Donghi, Tulio (1994), La larga agonía de la Argentina peronista, Ariel, Buenos Aires.
- IDEF-CTA (2002), Shock distributivo, autonomía nacional y democratización. Aportes para la superación de la crisis de la sociedad argentina, Buenos Aires.
- Leyba, Carlos (2003), Economía y política en el tercer gobierno de Perón, Biblos, Buenos Aires.
- Maddison, Angus (2001), The world economy. A millenial perspective, OCDE, París.
- O'Donnell, Guillermo (1986), El Estado Burocrático Autoritario, Paidós, Buenos Aires.
- Rapoport, Mario, y colaboradores (2000), Historia económica, política y social de la Argentina (1880-2000), Ediciones Macchi, Buenos Aires.
- Schorr, Martín (2004), Industria y Nación, Edhasa, Buenos Aires.
- Schvarzer, Jorge (2001), "La economía argentina: situación y perspectivas. De la economía 'cerrada' a la abierta. Dos grandes ciclos argentinos", en la Gaceta de Económicas, Nº 11 de junio, Buenos Aires.
- Sevares, Julio (1987), "Un ajuste que hizo historia", diario Clarín, 13 de diciembre, Buenos Aires.
- Shaikh, Anwar (1999), "Explaining the global economic crisis", en revista Historical Materialism, Nº 5, Leiden.

domingo, diciembre 07, 2008

Un Oriente demasiado lejano (I)

Hace poco me tocó darme una vueltita por acá. Al igual que en este otro viaje, estuve sólo una semana dedicada a reuniones de trabajo intensivas, y con poco tiempo de recorrer e interiorizarme de la realidad del país. Sin embargo, la visita me dejó impresiones difíciles de olvidar.

No estuve en Seúl sino en Daejeon (unos 170 km al sur), que para los futboleros memoriosos fue una de las subsedes del Mundial 2002. Uno de sus distritos es Daedeok, la "ciudad de la ciencia" también llamada el Silicon Valley coreano. Mi visita fue a mediados de octubre, en los días de mayor magnitud del derrumbe financiero internacional, sin embargo en Corea (pese a la caída de la bolsa de Seúl y la devaluación de su moneda, el won) la vida parecía seguir su curso normal. Otra fue la sensación que tuve (al menos mirando la CNN) durante mi brevísima escala en USA.

Uno puede saber de antemano que Corea del Sur es un país desarrollado, pero verlo y palparlo directamente es otra cosa. Son casi 5o millones de habitantes en un territorio equivalente al de nuestra provincia del Chaco, aunque prácticamente carente de recursos naturales. Y el país da una sensación de poderío, organización y bienestar que asombra: p.ej. la infraestructura de transporte - autopistas, ferrocarriles (incluido un tren bala), subterráneos, el aeropuerto internacional de Incheon, etc.- para un argentino es sin duda envidiable.

Claro que la envidia se hace todavía mayor cuando uno recuerda que está en un país que hace poco más de medio siglo fue arrasado por una guerra civil (que también fue una guerra entre las potencias mundiales de la época), y que hace 40 años todavía era uno de los países más pobres de Asia. Corea del Sur superó en poco tiempo las consecuencias de la crisis que afectó al sudeste asiático en 1997, y hoy le corresponde el cuarto lugar por PBI en el continente y el 13º en el mundo. Sobre sus perspectivas en la situación actual, estuve viendo que Manolo se ocupó de la (aparentemente ya lejana) posibilidad del default coreano, y aquí hay una nota salida en El País.

Históricamente Corea del Sur siempre ha sido un firme aliado estratégico de USA. Sin embargo, la identidad nacional se manifiesta fuertemente en la cultura y en la vida cotidiana, no es un país para nada "macdonaldizado". Tampoco es como la China que visitó Tavos, acá es frecuente ver occidentales o gente de otras partes de Asia y nadie se asombra. No intenté franquear el abismo del idioma, sin embargo según los coreanos su idioma es mucho más fácil de aprender que el chino o el japonés; el índice de alfabetización es uno de los mayores del mundo. Llama la atención el poderío y la omnipresencia de las grandes empresas nacionales, los "chaebol": Samsung, Hyundai, LG... Y parecería que el 99% de los automóviles son de marcas coreanas: Hyundai, su ahora subsidiaria KIA o Daewoo (controlada por General Motors desde 2002). Ah, y no se ve un auto viejo o deteriorado ni de casualidad.

No creo haberme vuelto de golpe un experto en Corea ni que llegue a serlo en el futuro. Pero en algún próximo post trataré de indagar en las posibles claves del "enigma coreano", buscando en realidad acercarme a descifrar el "enigma argentino". Por ahora, un par de asuntos interesantes:

- Viendo por la CNN uno de los últimos debates Obama-McCain, escuché al ahora presidente electo de USA quejarse del tratado de libre comercio con Corea del Sur que está esperando aprobación en el Congreso norteamericano. Decía que según el tratado, Corea podrá vender cientos de miles de automóviles en EEUU, mientras que a la inversa, las automotrices yanquis sólo tendrán un cupo de unos pocos miles de unidades para vender en Corea. No suena muy parecido a los TLC que Washington quiere imponer en América Latina...

Un editorial del Korea Times se refirió al tema, señalando que el presidente coreano (el neoliberal Lee Myung Bak) debería convencer a Obama de que en su país no existen barreras para el ingreso de automóviles norteamericanos. Ese editorial termina así (traducción mía; "liberales" debe leerse en el sentido que se le da en EEUU):

"Liberales o conservadores, lo que importa son los beneficios reales para sus pueblos. Seúl debería estar en una posición en la que sea probable que esté en desacuerdo con Washington en asuntos de interés nacional, pero acuerde en lo ideológico. Tememos que la realidad resulte ser la opuesta."

Argentina importa muchas cosas de Corea, pero este lenguaje, la verdad que acá no se consigue.

- El máximo prócer de la historia coreana es el rey Sejong el Grande, que gobernó a principios del siglo XV. No es un rey que se haya destacado por sus hazañas guerreras, sino por el impulso que le dió a la educación, la ciencia y la tecnología y por su sensibilidad social (además de haber inventado el alfabeto coreano que se sigue usando actualmente). Gracias a un libro que me obsequiaron pude conocer algo de su vida y su obra, entre ellas algunas disposiciones como éstas, de 600 años de antigüedad:

"Se ha dispuesto que una mujer servidora, que deba dar a luz en un tiempo de un mes o haya dado a luz dentro de los últimos cien días, no será requerida para el servicio gubernamental. Como no se ha otorgado licencia a los esposos de dichas mujeres, sin embargo, ellos no han podido dar asistencia a sus esposas durante el nacimiento del niño, y debido a esto algunas mujeres han aún perdido sus vidas, lo que es muy lamentable. Desde este día en adelante, un esposo no será requerido para retornar al servicio por treinta días después de que su esposa haya dado a luz."

"Estar en prisión y ser torturado es una tragedia para cualquier hombre. En el caso de los niños y de los ancianos, es verdaderamente lamentable. Desde hoy en adelante, la detención de los menores de 15 años o de los mayores de 70 está prohibida, a menos que el cargo sea de asesinato o de robo. Personas de edad menor de 10 años o mayores de 80 no serán detenidas o golpeadas bajo ninguna circunstancia, y cualquier veredicto dictado en sus casos deberá ser dado sobre la base de muchos testimonios. Que esta ordenanza sea dada a conocer por todo el país, y que cualquiera que la viole sea castigado."

A este hombre nadie le iba a hablar de "bajar la edad de imputabilidad". Comparando esto con las cosas que dicen hoy día personajes como Daniel Scioli, parece que la distancia entre Argentina y Corea fuera de mucho más que 20000 kilómetros.

domingo, noviembre 23, 2008

Manifiesto



En estos días me enviaron una invitación para adherirme a una campaña contra la inseguridad. Por supuesto que comparto y comprendo la preocupación y la angustia que genera el tema en nuestra sociedad. Pero sería insincero si sólo adhiriera a una campaña sin analizar y denunciar el trasfondo del problema. Como hicieron últimamente por ejemplo, María Esperanza y Abel.

Yo me voy a limitar a transcribir la nota de Tato Pavlovsky que publicó ayer Página 12 (resaltando algunos párrafos, como único aporte propio). Hago mías sus palabras, y éste es mi manifiesto -o mi grito desesperado- contra la inseguridad.


Hambre y represión
por Eduardo Pavlovsky

Existía una cultura de la complicidad civil durante la dictadura. Hoy también existe una cultura de la complicidad civil en relación con el problema del hambre y la desnutrición infantil en la democracia. Es un abordaje social cultural. Como dice Giardinelli en Página/12: “Nuestro presente sociocultural configurado por entre 10 y 15 millones de compatriotas carentes de esperanzas, muchos de ellos en estado de animalidad (subrayado mío). Eso no se debe a un cataclismo ni es un flagelo natural, sino que es resultado de políticas que aquí se aplicaron y es urgente revertir, pero en serio y definitivamente, lo que implica exigir a las autoridades urgentes medidas reparadoras”.

El intendente Gustavo Posse dijo que el crimen del ingeniero Barrenechea está relacionado con el retiro de efectivos de Gendarmería en la villa La Cava. Alguien le contestó: “El triste suceso está relacionado con la ausencia de educación, de salud, de trabajo, de buena alimentación, de los derechos fundamentales del hombre: ausencia de igualdad, ausencia de oportunidades, ausencia de políticas que tiendan a preservar la dignidad humana, en ese asentamiento y en otros muchos puntos de la República”.

Dicen que los pibes de La Matanza son reclutados por organizaciones para cometer robos en otros puntos suburbanos. Los pibes se “entrenan” porque el reclutador les paga 500 pesos por cometer asaltos, robos o asesinatos que sufren todos los días principalmente las casas de la zona norte. Dicen que los preparan drogándolos antes de llevarlos al lugar indicado.

La lógica de un pibe de La Matanza no es la lógica de un pibe de Capital o San Isidro. Son dos o tres generaciones donde los valores se han transformado en la cultura villera sobre el hacinamiento, la promiscuidad, la falta de higiene, agua potable y de la carencia de recursos humanos para vivir con dignidad. La desigualdad social hoy es más amplia que nunca y también influye en este tipo de producción de subjetividades.

En la provincia de Buenos Aires, entre los 15 y los 20 años los jóvenes piensan que dentro de cinco años van a estar muertos o excluidos (encuesta del Ministerio de Desarrollo Social). No pueden pensar ni imaginar el futuro. Y no poder imaginar un futuro o un proyecto los convierte en un ser de otra cultura, formada por otros valores, por otros ideales, además de ser jóvenes que han convivido con tres generaciones sin trabajo.

Había que ver el desconcierto de Chiche Gelblung con dos jóvenes de La Cava que llevó a su audición televisiva. Chiche le preguntó a uno de ellos por una camisa Nike que llevaba puesta. El joven le contestó: “¿No te gusta que la tenga yo, no?”. Y agregó: “Esta ropa es sólo para tipos como vos, cuánto ganás aquí, decímelo, vos debés tener mucha guita y te podés comprar muchas cosas”. Y se inició un diálogo imposible, suscitado por el joven adolescente de La Cava y un Chiche desconcertado y desconocido que parecía someterse a un interrogatorio. Nunca lo vi tan incómodo en una entrevista, porque evidentemente es un periodista muy inteligente, pero acá se enfrentaban dos culturas diferentes.

Miles de familias están volviendo a los comedores comunitarios. En la red de banco de alimentos la demanda es un 15 por ciento mayor que en el 2007. En el partido de La Matanza la suma de las camas públicas de los hospitales es de 0,4 cada 1000 matanceros, una proporción bajísima. La Organización Mundial de la Salud establece una relación que debe ser 6,3 cada 1000 habitantes.

Es imposible no condenar los crímenes, los robos a que son sometidas las víctimas de la delincuencia y que abarcan las tres clases sociales, familias destruidas, otras que viven en permanente estado de miedo y temor. Nos identificamos con su miedo y su dolor. No podría ser de otra manera. Pero no es disminuyendo la edad de la imputabilidad de los menores de 14 años; como solución final, esto es ingenuo.

Tenemos que recordar que los derechos humanos no pueden quedar sólo asociados en la subjetividad popular al problema de la dictadura y los desaparecidos.

No debe valer más la vida de un desaparecido que la de un niño que muere de hambre, ni de los 27 que mueren por día por causas evitables. La indignación debiera ser la misma, la del joven desaparecido por el crimen de la dictadura y la del niño que muere de hambre en nuestro país.

Los derechos humanos deben ser el desarrollo de los recursos humanos para toda la población argentina. El combate al subdesarrollo de los recursos humanos (alimentación, salud, educación a todos los niños) debe ser prioridad y urgencia para prevenir futuros conflictos sociales. Empezar de abajo asegurándole a la niñez la estabilidad de poder vivir sus propios derechos constitucionales y de poder pensar en un posible futuro con dignidad. Es sólo poder pensar. El que no come no piensa y su arma es la inmediatez. No existen estructuras de demora, como habría dicho el doctor Fernando Ulloa. El hambre es un crimen en nuestro país, un crimen diario que potencia la delincuencia y el crimen organizado. Los ataques a las organizaciones como Pelota de Trapo –a través del rapto de uno de sus chicos, subiéndolos a coches donde son paseados amenazándolos por pertenecer a una organización que se ocupa del hambre y de la indigencia– son un buen ejemplo de la complicidad civil de un gran sector de la población argentina que se niega a identificarse con el otro sector argentino de la población que padece hambre e indigencia. La falta de respuesta frente al hambre es el germen de la complicidad civil. Es de “mal gusto hablar de la desnutrición infantil”. El hambre no es problema para un gran sector de la población. El que come tiene alimentación, educación y salud, sólo puede tener temor a ser saqueado, asesinado por la “animalidad” descripta por Giardinelli.

Desconocemos la subcultura de las zonas más carecientes, su lenguaje, sus valores, sus creencias y sus desesperanzas. Se nace allí en la villa y allí se forman sus valores, sus ideales, nada tienen que ver con los nuestros, que hemos podido alimentarnos, trabajar y estudiar. El programa de Chiche y los dos villeros de La Cava es la visualización práctica de las dos culturas enfrentadas.

El joven villero que sale a robar o matar por dinero, o por el dinero que le ofrecen, sólo siente que ése es su trabajo, no existen en esa subcultura nuestras categorías del bien y del mal, en esos chicos de 13, 14 o 15 años sin ninguna esperanza futura posible para una vida mejor.

Como dice la carta de Posse cuando afirma que el crimen del ingeniero Barrenechea estuvo relacionado con la ausencia de efectivos de Gendarmería en la villa, “en tanto no se solucione la ausencia del Estado en la villa, seguirán presentes la inseguridad, la desigualdad, la injusticia, el hambre, la mortalidad infantil, la deserción escolar, la pasta base y la prostitución infantil –y agrega–, la respuesta no debe buscarse en el Código Penal sino en la Constitución nacional”.

Allí está el germen de la formación de la delincuencia infantil y sus tremendas consecuencias actuales.

Insisto, el bien y el mal tienen distintos valores y códigos. Son los hustler, del ghetto negro de Chicago, que la familia espera ávidamente para recibir dinero que viene de los robos, asesinatos y drogas.

La ausencia de una política de Estado frente al retiro de fondos destinados a la ayuda social fue el origen del crimen juvenil. Los chicos de La Matanza y de La Cava son nuestros pequeños hustler.

No nos olvidemos que la pandilla juvenil más sangrienta en Latinoamérica, los maras, fue el origen de una mayor represión a los jóvenes en El Salvador. Hoy los maras han constituido un ejército temible de delincuentes infantiles que existen ya en Latinoamérica.

En la lenta recuperación de una justicia social donde los derechos devuelvan la dignidad a los muchos que la carecen, muchos de ellos ni saben que la carecen. Se ha perdido en esa subcultura de animalidad el derecho a tener derechos.

No más cárceles sino mejores instituciones que se ocupen de la infancia, devolviéndoles los derechos fundamentales de poder vivir y desarrollarse. No deben nacer condenados. La dignidad que fue devuelta a los indígenas de Evo Morales o a los cabecitas negras de Perón sólo consiste en ser personas y no vidas desperdiciadas, vidas no vividas, que merecen ser vividas.

lunes, noviembre 17, 2008

Cita de honor

- Fundó el primer centro de investigación y desarrollo (I&D) en metalurgia en Argentina, y lo llevó a un nivel de excelencia internacional.

- Introdujo los conceptos de autonomía tecnológica y de apertura del paquete tecnológico de grandes proyectos. Los utilizó para impulsar la construcción en Argentina del primer reactor nuclear de investigación en Sudamérica y la creciente participación de las empresas nacionales en las obras de las centrales nucleares de Atucha y Embalse.

- Desarrolló el "Modelo del triángulo" que describe los mecanismos de interacción entre el Estado, las universidades y centros de I&D, y las empresas. Modelo que se difundió rápidamente en América Latina e influyó en el naciente "pensamiento latinoamericano en ciencia, tecnología y desarrollo".

- Planteó el concepto de la tecnología como mercancía, del cual derivaron los de "mercado de tecnología" y de "fábricas o empresas de tecnología". Trabajó intensamente en la temática de transferencia de tecnología.


"…Tanto calaron esas ideas que en América Latina hay un ejército de tecnólogos que lo venera y lo sigue porque fuimos muchos los que abrevamos de esa fuente y los que lo hicimos no nos despojaremos nunca de esa unción. Y especialmente los que hemos sido testigos de todo este proceso y en cierta forma protagonistas, con mayor razón seguimos siendo adherentes a estas ideas que siguen teniendo vigencia ya que aún persisten las grandes confrontaciones entre países ricos y pobres en materia tecnológica, sólo que han cambiado de forma y de matiz. Me gustaría que Jorge me escuchara decir que definitivamente ni aró en el mar ni sembró en el desierto."
(Jairo Torres Sánchez - Colombia)


- Fue un enemigo visceral del autoritarismo, de la solemnidad, de la mediocridad, y de la chantocracia (palabra inventada por él).


"En el terreno de la ciencia y la cultura, las mayores dificultades provienen de lo que he llamado la conspiración de los mediocres. La mediocracia probablemente haya sido, y es, una enfermedad más grave, en la Argentina, que la aristocracia, la oligocracia, la plutocracia…Yo le tengo miedo a los mediocres, primero porque son más, segundo porque viven más y, además, se disimulan más. Uno cree que no están, pero sí, siempre están…"


- Que a 25 años de su partida física, ninguno de los "grandes medios" lo haya recordado, es un signo de nuestra derrota nacional y cultural.

- Que hoy en día "tecnología" sea para una enorme mayoría sólo un sinónimo de la última novedad en celulares o en iPods, también.

- Este post venía en tono de lamento, como puede verse. Pero por suerte, hoy Contradicto me alegró el día. Aunque en su post no figure el nombre de Jorge Alberto Sabato, demuestra que su espíritu sigue presente.


Aunque hayamos retrocedido más allá de lo imaginable, no nos han vencido. Salud, Jorjón.


jueves, noviembre 13, 2008

Más deuda

Ésta es una nota que publicó Alfredo Zaiat a principios de 2004, cuando se estaba renegociando la deuda externa. Me parece que tiene plena vigencia por varias razones:

- Habla de un argentino que luchó por desentrañar los mecanismos de la monumental estafa que significó la deuda; alguien a quien pocos recuerdan (entre ellos, su hijo).

- Cuenta la actuación de otro personaje, al que actualmente invitan a exponer en el coloquio de IDEA o le hacen reportajes como a un experto cualquiera.

- Describe los manejos que llevaron a que la famosa promesa de Raúl Alfonsín de "repudiar la deuda ilegítima" (*) terminara en el tacho de basura. Hoy día en que algunos se exaltan en los homenajes a los 25 años de democracia (gracias Martín), no está de más sacar algunos trapitos sucios al sol.


Nombre y apellido
por Alfredo Zaiat

El riesgo de convocar a una causa nacional reside en reducirla a una simple herramienta de negociación. La movilización de personas y conciencias permite acumular fuerzas, pero se convierte en manejos de masas si no se avanza más allá de frases mediáticas. Si bien las arengas son indispensables en la tarea de higiene del colonizado pensamiento económico, por sí solas quedarán apenas como parte de una esgrima verbal de una complicada puja de intereses. La invitación necesita bastante más que mostrar rostros de niños desnutridos o de pelear al FMI en forma pública. Más que los efectos de una deuda pública monstruosa -que sirven para sensibilizar pero no para entender-, o la demonización de un organismo internacional desprestigiado -que contribuye a concentrar los odios en una figura pero no para saber-, la convocatoria requiere recorrer la historia reciente para que aquellos que quieran sumarse a esa cruzada sepan por qué lo hacen y no se transformen solamente en hinchada de una tribuna que observa con pasión el partido de la deuda. Si bien para algunos puede parecer anacrónico o un esfuerzo inútil, el tema de la deuda no puede ser asumido como causa nacional si no se comienza por precisar su origen fraudulento.

Olvidado, perseguido y silenciado, Alejandro Olmos fue quien realizó la investigación más completa sobre el trasfondo del crecimiento de la deuda. Se ha caído en el error de estudiar solamente los aspectos cuantitativos y no se ha enfatizado el origen de cómo se construyó esa deuda monumental. La investigación impulsada por Olmos fue desarrollada en la causa 14.467, que se tramitó ante el Juzgado Federal a cargo del juez Jorge Ballesteros. En la sentencia, el magistrado sostiene que han quedado probados los mecanismos fraudulentos que se emplearon para constituir la deuda, pero a la vez considera que ante la relevancia de la materia en cuestión el Congreso, por mandato constitucional, tiene la facultad de arreglar la deuda pública e intervenir en su esclarecimiento. Desde entonces, la “causa nacional” duerme tranquila en algún anaquel del Parlamento.

Sirve analizar un poco esa historia. Al asumir Raúl Alfonsín, en el discurso pronunciado el 10 de diciembre de 1983, planteó que no se iba a pagar la deuda con el hambre del pueblo y se iba a realizar una investigación para establecer cuál era la deuda lícita y cuál la ilícita. Ante ese propósito, el Congreso dictó la Ley 23.062, donde se establecía que carecían de validez jurídica las normas y los actos administrativos emanados de las autoridades de facto. Mediante la Ley 23.854 se rechazó la gestión financiera de la dictadura correspondiente a los ejercicios 1976-1983.

A partir de aquí comienza la serie de claudicaciones hasta la convalidación de la deuda fraudulenta. A partir de esas leyes, se llevó a cabo una investigación que de modo arbitrario se limitó exclusivamente a la verificación de la deuda privada, omitiendo la deuda pública. Así, el 5 de julio de 1984, el directorio del Banco Central dictó la circular 340 mediante la cual se dispuso la conformación de un cuerpo de investigadores para analizar las declaraciones de deuda en moneda extranjera al 31 de octubre de 1983. La deuda a verificar alcanzaba los 17 mil millones de dólares, limitándose la investigación a la mitad, que constituía la deuda financiera.

El cuerpo de inspectores contratado por el Banco Central trabajó en soledad, sin infraestructura y sin apoyo oficial. Pese a ello sus conclusiones fueron contundentes: anomalías en las concertaciones de seguros de cambio, autopréstamos, endeudamientos producidos por proyectos de inversión que no se efectuaron, aportes de capital disfrazados de préstamos financieros y abultamiento de deudas. Ante los avances en la investigación, que ponía de manifiesto las maniobras que se habían realizado, que vale recordar terminaron incrementado la deuda del Estado, se modificaron los alcances de la mencionada circular 340 del BCRA. Se redujo entonces la investigación a averiguar si hubo violación a la ley penal cambiaria con relación al ingreso de los fondos, según el informe 480/161 del 6 de diciembre de 1986. Y luego se terminó de neutralizar la investigación sobre el origen fraudulento de esa porción de la deuda con la Resolución 298 de junio de 1988 firmada, entre otros, por el entonces director del Banco Central, Daniel Marx.

Vale detenerse un instante en ese protagonista. Se ha escrito mucho sobre la responsabilidad de Alfredo Martínez de Hoz, Domingo Cavallo e incluso de José Luis Machinea en el endeudamiento argentino. Pero sería una injusticia que la historia –que, como se sabe, la escriben los que ganan, y hasta ahora fueron los acreedores– no le guarde un lugar de privilegio a Marx. Aquí presentamos su reivindicación histórica. Fue director del Banco Central desde 1985, con una intervención relevante que hemos recién señalado en el tema de la deuda. Luego fue el representante financiero en Washington del gobierno de Carlos Menem. Intervino desde esa función en el Plan Brady. Luego de brindar esos servicios a la patria se asoció con Nicholas Brady, ex secretario del Tesoro de EE.UU., a quien se le debe la autoría de ese primer megacanje de deuda. Volvió a prestar sus servicios de negociador de la deuda en el gobierno de Fernando de la Rúa como secretario de Finanzas, sobreviviendo a todos los cambios de ministros de Economía de esa administración que le permitió anotar en su foja de servicio el último megacanje de la deuda. Ahora tiene una consultora que se dedica a... refinanciar deudas.

Las causas nacionales también tienen nombres y apellidos.


(Versión publicada en "¿Economistas o astrólogos? - La economía de los '90", colección Claves para Todos, Capital Intelectual, 2004, p. 40).


(*) Link al Capítulo 3 de este notable libro, escrito por un "liberal" hoy día frecuentemente repudiado por sus "correligionarios".

martes, noviembre 11, 2008

Deuda pendiente

Durante mi período de inactividad bloguera ocurrieron hechos que no quiero dejar en el olvido, como el fallecimiento del profesor Jorge Schvarzer.

No tengo como Tavos la suerte de haber sido su discípulo, ya que ni siquiera fui alumno de su Facultad. Pero igual quiero expresar mi reconocimiento por un argentino que pensó y soñó, y enseñó a pensar y soñar en otro país. Mejor que el que tenemos actualmente, sin duda.

Ésta es una entrevista que se le hizo para la Historia de la Economía Argentina del Siglo XX, que de paso aporta a temas que hace poco se estuvieron debatiendo en este blog. No para juzgar épocas pasadas de nuestro país, sino para aprender y tener en cuenta sus enseñanzas para hoy y para el futuro.


Jorge Schvarzer
El discurso y la práctica
por Hernán Braude y Martín Fiszbein

- ¿Cómo caracterizaría el período que se extiende entre la crisis del '30 y la caída del peronismo en términos del proceso de industrialización? ¿Pueden distinguirse distintas etapas dentro de ese lapso histórico?

- La experiencia 1930-55 es la de una industrialización a pesar de todo. No podía haber una estrategia industrializadora exitosa sin una política firme en ese sentido frente a la muy fuerte restricción de divisas y donde existía una ausencia de capacidad técnica y tecnológica. Por ejemplo, la Facultad de Ingeniería era muy chica, no había escuelas industriales, lo cual otorgaba un carácter sumamente frágil al desarrollo industrial.

Desde un principio se pensó que la crisis de los años '30 duraría tres meses. No sólo aquí, también en Gran Bretaña y en Estados Unidos. Entonces uno podría decir que de 1929 a 1932-33 lo que se ve son adaptaciones de corto plazo, sin políticas de largo. De cualquier modo, fueron diez años de crisis y luego la guerra. Pero nadie imaginaba circunstancias semejantes. No se advierte en los primeros tiempos de la crisis la presencia de políticas activas ni tampoco la instalación de nuevas industrias. Las fábricas existentes se acomodaron a producir un poco más siguiendo la demanda, pero lo que está claro es que había mucha desocupación y miseria. A partir de 1933 las cosas comienzan a cambiar. En el censo de 1935 se advierte una actividad fabril muy fuerte que tiene que ver en parte con que el gobierno empieza a poner aranceles a la importación y tipos de cambio múltiples porque no hay divisas. Se expanden fábricas que ya existían y aparecen otras nuevas. El tema de las divisas va a ser recurrente en todo el período. Y el gobierno en ningún momento privilegia como política dar divisas para la importación de maquinarias. Aún así existe un aprendizaje tecnológico, como se va a ver luego en la década de 1940 con las adaptaciones para reemplazar carbón por maíz como combustible, y se genera una pequeña capacidad de producción de maquinarias. Por supuesto, en sectores muy puntuales. Esto ocurre en momentos en que la política económica no privilegia al sector industrial, aunque al gobierno le parece bien que pueda generar empleos o reducir importaciones. Lo que va a haber entonces es un gran aumento de la producción basado en usar al máximo la capacidad instalada. Y se produce un incremento notable de la cantidad de obreros trabajando: para 1942-1943 la Argentina tiene por primera vez plena ocupación. Pensemos que diez años antes había altos niveles de desocupación. Ahí se llega al viejo modelo de Kalecki: cuando hay plena ocupación los obreros adquieren más poder de presión. entonces empiezan a pedir aumentos de salarios. Y esos aumentos generan un incremento del consumo, lo cual implica una mayor demanda de productos industriales. Se inicia un movimiento autoacumulativo y aparece esa fuerza que va a ser el movimiento obrero argentino. Se fortalecen los sindicatos y empiezan a aparecer cámaras empresarias industriales, que antes no se habían desarrollado porque no negociaban con las organizaciones gremiales.

- ¿Cuáles eran los desafíos en materio de desarrollo industrial que enfrentaba el peronismo al llegar al poder? ¿Cómo puede evaluarse la orientación estratégica adoptada teniendo en cuenta el contexto sociopolítico e internacional de la época?

- Cuando llegó el fin de la guerra se tenía un aparato industrial importante, con una producción muy diversificada pero con enormes restricciones energéticas, de bienes de capital, de mano de obra y tecnológicas. Y con el fin de la guerra existía la idea de que iba a volver a entrar una avalancha de productos importados que barrería con todo. Entonces empieza un discurso y una mentalidad defensiva: proteger la industria para que no la deteriorase la importación de posguerra. Pero no había una mentalidad ofensiva. A mí me impresiona que en el debate sobre el Plan Pinedo, en 1940, un dirigente radical afirmara que se podrían caer todas las chimeneas de las fábricas de este país, pero que mientras persistiese la riqueza de las pampas, teníamos asegurado el porvenir. Esos políticos seguían creyendo que vendíamos vacas y trigo y se acababa el problema. No era claro el rumbo del nuevo gobierno: en un momento se planteó defender la industria existente y avanzar con la liviana, en otro se impulsó la creación de una industria pesada. Incluso, en 1947 se vota la ley para fundar Somisa, pero su puesta en marcha se demora inexplicablemente. Perón se peleó con el general Manuel Savio y la planta se postergó. No sé hasta que punto había conflictos personales y hasta dónde estrategias diferentes. En un tema central como el de las divisas, creo que el gobierno podría haber generado excedente con cierto esfuerzo. Por ejemplo, las importaciones de algunos productos alimentarios durante esa época alcanzaban para pagar las compras para instalar Somisa. Hay márgenes de sustitución pero no se usan, lo cual muestra que la vocación industrialista era relativa. Había más vocación en el discurso que en la práctica. Con la crisis de 1951-1952 el gobierno empieza a cambiar de idea. Se necesitaban bienes de capital pero no se tenían las divisas. Entonces se convocó a la inversión extranjera para que incorporase bienes de capital que el país no podía producir: se aprobó la primera ley de capital extranjero y se salió a buscar inversores. Pero después de la guerra no había crédito en el mundo. El único que financiaba era el Eximbank, que otorgó un crédito al gobierno argentino con el propósito de comprar equipos para Somisa. Europa estaba destrozada y recién en los '50 sus empresas empezaron a recuperarse. Y los estadounidenses todavía no invertían en el exterior. Se necesitaba fabricar acero, petroquímica básica y maquinarias, pero se privilegió la industria automotriz y se convocó a la empresa Kaiser. Había demanda, pero los autos no son un vector de desarrollo real en esas condiciones. Kaiser había pasado de los barcos al aluminio y luego a los autos. Tenía una planta chica, que no podía competir con los tres grandes: Ford, General Motors y Chrysler. Además, trajeron máquinas del año 1936. O sea, matrices con veinte años de antigüedad para hacer su inversión en la Argentina, donde vendían lo que querían dada la gran demanda latente que existía. Y después estuvieron los contratos petroleros. Lo que queda claro es que, o se recurría al capital extranjero para impulsar el desarrollo industrial, o se hacía una política en serio de restricción de importaciones. Hay discursos industriales pero las políticas concretas se contradecían con esos mensajes. Había un par de fábricas de cemento que no daban abasto. El gobierno estaba preocupado porque eran un oligopolio y les controlaba el precio para que no crearan inflación. Las fábricas tenían problemas de rentabilidad y no invertían, con lo cual cada vez había menos cemento y más demanda. A partir de 1952 el gobierno les empieza a sacar las restricciones y se amplían las plantas.

- ¿En qué medida los instrumentos de la promoción industrial (el crédito, la protección, los subsidios) fueron adecuados a los fines propuestos? ¿Cómo evalúa su contribución en términos de generación de capacidades estatales para el impulso del desarrollo económico?

- Aparecieron una serie de organismos de promoción y fomento a la industria que en realidad tenían posibilidades limitadas porque no había divisas para traer maquinarias. Por ejemplo, el Banco de Crédito Industrial daba crédito, pero en pesos y con eso no se podía comprar maquinaria importada. Aún así, en algunos caso los créditos del BCI generaron emprendimientos importantes. Dálmine empezó con esos créditos, Roque Vasalli también e hizo una empresa ejemplar de maquinaria agrícola, y media docena de establecimientos recibieron financiamiento y empezaron a crecer. Pero también se otorgaron préstamos a frigoríficos, que estaban muy mal económicacmente y a ingenios azucareros, que eran obsoletos y no crecían. No todo el crédito iba para sectores en desarrollo. También se utilizaron para pagar gastos corrientes de las empresas, aumentar salarios. El Banco de Crédito Industrial tuvo iniciativas exitosas y otras no tanto. Además, se crearon comisiones de control de importaciones donde las cámaras sectoriales revisaban los pedidos de compra y definían que todo lo que se fabricaba en Argentina no entraba y lo que no se fabricaba, sí. A mi juicio, había un sistema que era más de protección que de expansión. Se careció de una estrategia de desarrollo industrial de largo alcance.



Historia de la Economía Argentina del Siglo XX - Fascículo 21, Ed. La Página, p. 332.


Por supuesto que acá Schvarzer hablaba de un proceso de industrialización que debía ser corregido para superar sus limitaciones y no destruido, como se intentó en 1962-63 (Pinedo-Alsogaray-Martínez de Hoz), 1975 (Rodrigo-Zinn) y se logró finalmente en 1976 con Joe. Porque como él dijo:

“Se ha vilipendiado repetidamente el período de la industrialización sustitutiva de importaciones, pero si se mira desde 1945 a 1974 se observan casi 30 años de crecimiento ininterrumpido de la economía. (...) A partir de 1974 el mundo creció y la Argentina permaneció estancada en medio de discursos exitosos acerca de los quesitos franceses que podíamos comprar.” (Fortuna, 19 de septiembre de 2005)

viernes, noviembre 07, 2008

Fruto extraño

No soy de los que están saltando de alegría por la elección de Barack Obama. Será porque pienso que el Imperio tiene una infinita capacidad de reinventarse y presentar una cara renovada cuando es necesario, aunque en lo fundamental nada cambie. Y ahora los Estados Unidos han alcanzado el summum de la corrección política. O también, porque comparto lo que dice el Culpo que persigue a Gaspar, el personaje de Rep (ir al pie de página aquí).

Pero más que ocuparme de eso, hoy prefiero aprovechar la oportunidad para rendir homenaje a todas las víctimas del racismo, la intolerancia y la estupidez humana. Recordando cosas que pasaban hasta ayer nomás en el Gran País del Norte, con una canción que en palabras de su intérprete "consigue que la gente que está en orden, se aleje de los cretinos y los idiotas".






Strange fruit

Southern trees bear strange fruit,
Blood on the leaves and blood at the root,
Black bodies swinging in the southern breeze,
Strange fruit hanging from the poplar trees.

Pastoral scene of the gallant south,
The bulging eyes and the twisted mouth,
Scent of magnolias, sweet and fresh,
Then the sudden smell of burning flesh.

Here is fruit for the crows to pluck,
For the rain to gather, for the wind to suck,
For the sun to rot, for the trees to drop,
Here is a strange and bitter crop.


Fruto extraño


Los árboles del sur sostienen un extraño fruto,
sangre en las hojas y sangre en la raíz.
Negros cuerpos que se balancean bajo la brisa sureña.
Extraño fruto que cuelga de los álamos.

Escena pastoral del noble Sur.
Ojos desorbitados y mueca en la boca.
Dulce y fresco aroma de magnolias
y después, el brusco olor a carne abrasada.

Allí hay un fruto para que los cuervos lo arranquen,
para que la lluvia lo empape, para que el viento lo sobe,
para que el sol lo pudra, para que el árbol lo deje caer.
Allí hay una extraña y amarga cosecha.

Letra y música: Lewis Allan (Abel Meeropol).


La traducción está robada del sitio de este colega, donde puede escucharse otra interpretación por la enorme Lady Day (de paso, aquí hay una muy buena versión por nuestra compatriota Roxana Amed, con Pedro Aznar - clickear Entremundos).

jueves, noviembre 06, 2008

A mis semejantes

Hace un par de semanas y apenas regresado de un viaje me enteré de esta novedad. Como recién ahora estoy tratando de ponerme al día con la actualidad y como creo que ya es algo tarde para entrar en el debate bloguero, me conformo con dejar un regalito dedicado sobre todo a los nostálgicos de la década pasada. Simplemente, el Cambalache de la segunda Década Infame.


Argentina Primer Mundo

En el medio de este mambo y el delirio más profundo
el cartel de primer mundo nos vinieron a colgar.
Tan grotesco es el absurdo, tan inmundo está el chiquero,
que mirando el noticiero me reí por no llorar.
Todo el mundo está en el oro, dado vuelta de la nuca
nos vendieron hasta el loro, la altivez, la dignidad.
No terminan de asombrarnos, y es tan grande el desatino
que a la leche y hasta el vino, hoy por hoy...
les tenés que desconfiar.

Y me duele que sea cierto
Con dolor del más profundo,
porque si esto es primer mundo
¿Ese mundo dónde está?
Si parece la utopía de un mamao
voy a hacértela bien corta
se afanaron con la torta,
el honor y la verdad.

Nos están pudriendo el aire, nos cambiaron el idioma,
hoy la caca de paloma es más limpia que el honor.
La justicia ya sin venda a un corrupto le hace un guiño
y acomoda el desaliño, del poder y del favor.
En un loco todo vale, un caniche acicalado
morfa más que un jubilado que no llega a fin de mes...
Y en la cruda indiferencia, entre el cólera y el curro
hay un juez que se hace el burro y también
hay un burro que hacen juez.

Letra y música: Eladia Blázquez.


El tango puede escucharse en la voz de su autora en este bellísimo blog, al que envié el siguiente comentario:

"Hola Susuru,
Quisiera hacer una pequeña aclaración, Eladia escribió este tango en los '90 y en la letra figuran varias referencias a esa época, la del "gobierno" del riojano innombrable, empezando por la burla del "Primer Mundo".

"La leche y hasta el vino" a los que "hoy por hoy le tenés que desconfiar" son la leche podrida de Vicco y el vino adulterado que en 1993 despachó a varios para el otro lado.

La referencia al cólera recuerda la epidemia de 1992 (60 muertos). De los "curros" de esa época, los ejemplos sobran. Y de jueces que se hicieron los burros y de burros a los que hicieron jueces, también.

Lamentablemente Eladia ya no está con nosotros para decirnos si seguiría considerando vigente esta letra. Lo que sí, retrató una época bochornosa a la que por lo menos yo, no quiero volver."


No sea cosa que, como dijo el autor de esta nota, a nosotros también se nos esté borrando el disco rígido.

lunes, octubre 06, 2008

Revisando

Antes de interrumpir por algunas semanas mi ya ralentizada actividad bloguera, no quería dejar de hacer un aporte sobre el tema del asesinato de José Ignacio Rucci y el publicitado libro "Operación Traviata".

Creo haber dejado sentada mi posición en los comentarios a este controvertido post de Artemio. Agrego el link a la nota que se le hizo en ADN al autor del libro, donde éste deja entrever con toda claridad su intención de vincular ese crimen con las políticas del gobierno actual.

Pero lo que me intriga en este momento es en qué medida el libro de Reato aporta datos nuevos o desconocidos hasta ahora. No leí el libro (ni pienso comprarlo) pero guiándome por los comentarios que generó y por las declaraciones del autor, no encuentro hechos que no fueran conocidos previamente en mayor o menor medida, por ejemplo a través del libro "Montoneros: La buena historia" del ex dirigente de la "Orga" José Amorín. Que fue publicado en 2005 y se encuentra disponible íntegramente en Internet.

En el capítulo 29 del libro de Amorín se menciona una reunión que mantuvieron el 6 de septiembre de 1973 el general Perón y los dirigentes Quieto y Firmenich. En la que el Viejo les ofreció un acuerdo que evidentemente fue rechazado. Paso a transcribir el fragmento final de ese capítulo, y luego el capítulo 31.


Capítulo 29 - Entre la realidad y la omnipotencia: de la política a lo militar...

(...) Me pregunto: ¿fue la noche del 6 de septiembre cuando se decidió el asesinato de Rucci? No sé. Sé que tiempo antes de la masacre de Ezeiza un compañero de las FAR había tropezado -como todos los tropiezos, por casualidad- con la figura de Rucci en el momento de entrar a una casa. Y que, a partir de allí, FAR siguió sus desplazamientos hasta establecer sus patrones de conducta. Sé que la planificación de su asesinato se inició, por lo menos, tres semanas antes de que fuera asesinado. Sé que el gordo Fernando Saavedra -dirigente de Descamisados y un ser humano excepcional- fue designado como jefe del operativo. Me contaron que Fernando se opuso al asesinato de Rucci, planteó en términos políticos sus objeciones las cuales fueron desestimadas por la conducción -no sé los argumentos de la conducción para rebatirlo pero este debate recién empieza-. Y Fernando, confrontado por los argumentos o presiones de una Organización, de una Iglesia a la cual jamás iba a abandonar y de la cual sólo la muerte lo apartaría, adrede se rompió un tobillo una semana antes del asesinato, y no participó del mismo.

También me contaron que el proyecto de asesinar a Rucci desató una feroz interna en el seno de la conducción, interna que fue resuelta en forma unilateral por uno de sus miembros. No sé si el asesinato de Rucci se decidió después de la propuesta de Perón con relación al futuro de Montoneros y el futuro del Movimiento. Infiero -pero esto es subjetivo- que la muerte de Rucci fue producto de un largo proceso uno de cuyos hitos más importantes se ubica en la autopista Ricchieri, a pocos kilómetros de Ezeiza, la noche del 20 de junio de 1973. Sobre el techo de un micro desvencijado que flanqueaba la retirada de un "ejército" vencido.

Pero no supongo ni infiero, lo sé con certeza: el asesinato de Rucci fue una declaración de guerra. Contra Perón y el resto de los sectores que integraban el peronismo. Contra todos los conspiradores. Y si bien en política, como producto del propio arte de la política, todo puede ser resuelto, todo tiene retorno, el asesinato de Rucci no lo tuvo. Podría haberlo tenido, pero no lo tuvo.

Porque al principio imperaron las pasiones: las de las víctimas y las de los victimarios. La conducción montonera, cuando vio las terribles consecuencias de su acto y quiso remediarlas, además de omitir una autocrítica que podría haber llevado a modificar las concepciones que dieron origen al acto, negó su autoría, careció de sinceridad, actuó con hipocresía.

Por su parte, Perón se vio desbordado, no tanto por el dolor como por el hartazgo que le producía la estupidez ajena. En el medio medraron los profesionales de la violencia delincuencial. Y el tiempo pasó volando y, cuando todos nos quisimos acordar, Perón nos miraba desde la eternidad. Y nuestro pueblo, su pueblo, cuando nos miraba -a nosotros, a los montoneros- lo hacía de lejos. La muerte de Perón -ahora sí, definitivamente-no tuvo retorno.

Cambió a los montoneros. Cambió al peronismo. Y cambió la historia. Si Perón hubiera vivido unos meses más, tal vez -sólo tal vez-, Montoneros podría haber llegado a un acuerdo con él: llegado el caso, todo acuerdo siempre era posible con Perón. Pero se murió. Y ya nada tuvo retorno.
(...)

Capítulo 31 - El asesinato de Rucci: causas y circunstancias...

Están mis recuerdos: luego de treinta años, difusos, contradictorios, confusos por las sombras que sobre ellos echan los recuerdos más recientes.

Y está mi subjetividad. Al margen de mis desmemorias y de mi subjetividad, varios compañeros que, en aquel tiempo, ocupaban niveles intermedios de conducción, aportaron informaciones para reconstruir los sucesos que rodearon el asesinato de Rucci.

De todos ellos, el más importante se relaciona con las contradicciones que existieron en el seno de la conducción nacional respecto del destino de Rucci. Las contradicciones eran de tal magnitud que la decisión final fue tomada por uno solo de los miembros de la conducción: Julio Roqué, sexto en la jerarquía de la misma y procedente de las FAR. No sé si la tomó en absoluta soledad. No lo creo. Si sé que Hobert, el miembro más relevante de la conducción para los cuadros de la Orga, se enteró de la muerte de Rucci por los medios de difusión.

En realidad, el asesinato de Rucci constituyó la forma de zanjar de una vez por todas las discusiones entre "movimientistas" y "militaristas" que, si bien siempre cruzaron la historia de las organizaciones armadas peronistas, se agudizaron a partir de la lucha electoral y la perspectiva de llegar al gobierno por una vía "pacífica". La muerte de Rucci agudizaría el enfrentamiento interno del peronismo pero, también, resolvería las contradicciones internas de la Organización en favor del sector "militarista".

De la existencia de tales contradicciones en los más altos niveles de la dirección montonera, da fe el propio Perdía. Cuenta que, después de la masacre de Ezeiza, él se reunió con Lorenzo Miguel. Lorenzo explicó que el sindicalismo no había tenido nada que ver con la masacre: de hecho, sus militantes al igual que los nuestros, acudieron a recibir al General "armados" con palos, cadenas y algunos fierros cortos, sin otro ánimo de enfrentamiento más allá de los tumultos ocasionales que pudieran producirse debido al indeseado pero estrecho contacto al cual nos obligaba la movilización. A partir de este encuentro, entre Montoneros y sindicalistas, se integró una comisión no sólo destinada a prevenir potenciales enfrentamientos sino, además, para llegar a acuerdos políticos entre ambos sectores.

"Observo hoy", escribe Perdía, "que las fuerzas que empujaron hacia el desarrollo de la confrontación eran más poderosas que aquellas otras que, dentro de la confusión, buscábamos el acuerdo (...) Cada gesto conciliador del jefe metalúrgico se correspondía con reacciones altisonantes por un sector de su propio entorno. Cada intento nuestro por establecer puntos de acuerdo despertaba en muchos las sospechas de traición".

Cabe preguntarse, ¿"despertaba las sospechas de traición"... en muchos de quiénes? La respuesta es sencilla: en muchos de la conducción nacional y su entorno más íntimo ya que eran ellos, no sólo los protagonistas de las reuniones con el sindicalismo sino, además, los únicos que estaban enterados de su existencia.

Ahora, ¿quiénes eran y qué características tenían quienes integraban la conducción nacional en ese momento? En principio, eran ocho. De ellos, cuatro (Firmenich, Hobert, Perdía y Yager) provenían de Montoneros. Tres (Quieto, Roqué y Osatinsky), de FAR. Y, por último, Horacio Mendizábal, de Descamisados. Entonces, si nos atenemos a los antecedentes históricos y prácticas políticas de cada una de las organizaciones, podríamos inferir que, en el seno de la conducción, las ideas movimientistas tenían un peso de cinco sobre tres. En consecuencia, la opción de matar a Rucci tendría que haber sido rechazada por cinco votos negativos contra tres a favor. Sin embargo, ello no fue así. Porque tampoco era así -cinco a tres- la correlación de fuerzas en la conducción. De sus miembros, con excepción de Yager a quien no recuerdo, conocí o tuve referencias directas de todos los demás.

De Firmenich ya hablamos: sufría de despecho, limitado en política, necio frente a la realidad y adoptaba como propio cualquier discurso nuevo que se adaptara a sus necesidades, a sus ambiciones. Perón, cuando se reunió con Hobert en 1972, estableció con él una relación íntima, cálida, casi filial. Una relación que excedió lo político e hizo que confiara en Montoneros, en su buen criterio, en su sensatez y en la adhesión a su estrategia. En cambio, cuando se reunió con Firmenich en 1973, sintió rechazo y lo desairó con sutileza. Digo: lo caló de entrada: "tengan cuidado con las ambiciones de quienes los dirigen", recomendó en una oportunidad a los muchachos de la Jotapé. Y, aún hoy, las características que percibió el Viejo respecto de la personalidad de Firmenich, las percibimos todos cada vez que el personaje abre la boca. Voto positivo. Rucci: cuatro a cuatro.

En relación a Perdía tengo la impresión de que es un buen tipo, e inteligente. Pero muy sensible a las presiones directas. De alguna manera, él mismo deja constancia al respecto: "Nuestro espacio político estaba presionado por dos fenómenos confluyentes. Uno era la presión militar del PRT-ERP, con sus críticas y su accionar militar. Otro el de los grupos peronistas más duros como el peronismo de base, la revista Militancia y fracciones de las FAP. El efecto de este conjunto de influencias provocaba que toda posición que corriera el riesgo de ser tildada de 'moderada' fuera rápidamente descartada (...) en el marco señalado, obviamente influyeron las tendencias más militaristas y de mayor afinidad con la 'izquierda' provenientes de buena parte de los militantes encuadrados en las FAR. Ay, las presiones... Abstención. Rucci: tres a cuatro.

De todos los descamisados que conocí, Mendizábal fue el único fierrero: por encima de cualquier consideración política, él amaba los fierros. En términos políticos, por otra parte, tenía dificultad para manejarse en escenarios complejos como, por ejemplo, el que planteaba el movimientismo en 1973. Un escenario que exigía a sus actores desplazarse con la mayor de las sutilezas, tejer, destejer, rodear, avanzar, retroceder, ser pacientes y tragarse sapos, muchos sapos. Por lo tanto, Mendizábal tenía una particular afinidad con el simple y valiente discurso de las FAR. Y esto, como veremos más adelante, nadie me lo contó: lo sufrí en carne propia. Voto positivo: dos a cinco.

De Yager no sé. Y Hobert estaba en contra, se dijo antes. Pero, en votos, Rucci ya había muerto. Recuerdo a Hobert, sensato y vueltero como pocos a la hora de imponer sus opiniones. Sin esfuerzo lo imagino dar vueltas para postergar una decisión a la cual él se oponía. Pero, mientras él daba vueltas, Roqué se instaló en un departamento de Floresta, Juan B. Justo 5781, a diez cuadras del domicilio de Rucci. Mientras Hobert daba vueltas, Roqué mandó traer al departamento las armas necesarias para el operativo: las llevó Gustavo Lafleur, camufladas como máquinas de coser Nitax y en un auto oficial del gobierno de la provincia de Buenos Aires. Mientras Hobert daba vueltas, Roqué convocó al equipo operativo, nueve compañeros, la mayoría FAR, un solo Desca, el gordo Fernando Saavedra. Pero el gordo se oponía al asesinato.

Recuerden: antes del operativo se rompió un pie y "no pudo" participar. Y mientras Hobert daba vueltas, ahora en su auto, se enteró, por la radio se enteró, que Roqué había largado el operativo: asesinaron a Rucci, estalló la radio. Se enteró casi al mismo tiempo que el Canca Gullo quien hacía antesala en la casa de Gaspar Campos para reunirse con Perón. Alguien, un tal Esquerra, entró a la pieza donde el Canca esperaba y gritó: asesinaron a Rucci. En ese momento, el Canca pensó: lo mató la CIA. Hobert no: él supo, en el instante, que habíamos sido nosotros, y de nosotros quiénes habían sido. Y, tal vez, haya pensado que Roqué era su discípulo. Discípulo perverso, en las antípodas de su pensamiento y de su carácter, de su sensatez. Discípulo, en todo caso, en lo vueltero de su maniobrar, en su metodología transgresora de consensos inconclusos, en su capacidad de decisión: ¿acaso Hobert no había hecho lo mismo cuando, para volcar a Montoneros hacia la salida electoral, tomó un pueblo en Santa Fe?

Ignoro, después del asesinato de Rucci, el contenido de las discusiones que se suscitaron en el seno de la conducción nacional. Pero sé que Hobert, secundado por el Canca Gullo, Perdía y, tal vez, también por Dardo Cabo, hicieron lo imposible por arreglar los tantos con el sindicalismo y con Perón.

Sé que llegaron a un acuerdo con Lorenzo Miguel y que el Viejo se sentía predispuesto a conciliar. Y sé que, como hecho simbólico del potencial acuerdo, apostaron a la manifestación del 1º de mayo del '74. Pero, como tantas veces sucede en la historia de las revoluciones, los insensatos les ganaron de mano.


José Amorín, Montoneros: La buena historia, págs. 152 a 156 de la versión descargada de Internet.


Aclaro desde ya que si traigo esto acá no es porque comparta todas las apreciaciones de Amorín sino para estimular el debate sincero sobre una página negra y una herida abierta de nuestra historia. Para que la "memoria completa" no sea patrimonio de manipuladores y oportunistas, o de nostálgicos del terrorismo de Estado.

De paso, recordando una frase de Jorge Gaggero citada en las primeras épocas de este blog, ¿cuándo darán la cara (y contarán lo suyo) los empresarios del terror?


P.S.: Ante la inminencia de un viaje, las respuestas a los posibles comentarios quizás se demoren un poco. Se hará lo que se pueda.

martes, septiembre 30, 2008

El hit del momento

Es ineludible, hay que ocuparse de la más candente actualidad.


miércoles, septiembre 24, 2008

Mangoré

La entrada anterior empezó dedicada al Paraguay y terminó derivando hacia territorios impensados. Para compensar, aquí va algo que nos dejó hace 80 años el genio guaraní de la guitarra, Agustín Barrios.


lunes, septiembre 01, 2008

Voz de la Patria Grande



No faltaron las referencias históricas en el discurso de asunción del nuevo Presidente de la hermana República del Paraguay, Fernando Lugo. Que me hicieron reflexionar sobre las distintas visiones de la Historia y su papel en la identidad y la conciencia nacional de nuestros pueblos. Al inicio de su discurso, el ex obispo pronunció estas palabras:

"(...) En cada milímetro de nuestro ser hoy bulle una convocatoria: reconstruir el sueño de José Gaspar Rodríguez de Francia, desde el mérito de la solidaridad, la equidad social y la identidad que nos abraza.

Pese a que los tiempos que corren se obstinan en demostrarnos que el pasado es una construcción sin implicancias para el devenir; nosotros queremos encontrar sus valores y sus signos para que en la semiótica del futuro se encuentren nítidas las motivaciones que claman por un mañana que reitere los logros y no repita sus errores.

En Paraguay queremos retomar ese nítido mensaje de los López para sumar a nuestra nación al desarrollo de sus potencialidades humanas, productivas y estratégicas. (...)"

El recuerdo del doctor Francia por parte de Fernando Lugo contrasta con la visión de ese gobernante que suele ofrecer la historiografía oficial argentina. Por ejemplo, en una obra no demasiado antigua puede leerse lo siguiente:

"(José Gaspar Rodríguez de Francia (1776-1840)) (...) se hizo designar Dictador Perpetuo en 1816 y gobernó con mano férrea hasa su muerte en 1840. Suprimió las libertades públicas y mandó ejecutar a sus opositores cruelmente. La clase dirigente fue exterminada y sometida. En el ejército nadie podía superar el grado de capitán y nunca permitió más de diez. Se hacía llamar el Supremo y se convirtió durante 25 años en el amo absoluto del país. En sus manos estaba el comercio de la madera, antes en poder de españoles y criollos ricos, también del azúcar, tabaco y yerba mate. Era soltero y vivía solitario en el palacio de Asunción rodeado de libros y mapas. Quitó la autonomía a la Iglesia y ocupó los conventos. Clausuró al país en forma total, nadie podía entrar ni salir sin su permiso. Cuando salía por las calles todo el mundo debía descubrirse a su paso. (...)
(Historia Argentina - Tomo 4, supervisión y dirección Prof. Vicente Gesualdo, Ediciones Océano, Buenos Aires, 1984, p. 725.)

Claro que otros argentinos se fijaron en otros aspectos del Paraguay de esa época:
“Es un hecho comprobado que en el Paraguay, durante y después del Gobierno del doctor Francia, era raro encontrar quien no supiera leer y escribir. En toda villa o aldea, los tres edificios que primero se construían por el Estado, y estaban frente a la plaza, eran la iglesia, la comandancia militar y la escuela.”
(Lucio V. Mansilla, “Entre-Nos", T.II, p.3, pie de página; tomado de esta fuente.)

En cuanto a los López, sobre Carlos Antonio no hay mayores discrepancias sobre sus cualidades de gobernante. En cambio sobre su hijo el Mariscal Francisco Solano López, es difícil decir algo positivo sin que el diario fundado por Bartolomé Mitre salga con los tapones de punta.

En realidad y muy lejos de intentar reavivar las polémicas sobre Solano López, la guerra del Paraguay, etc., quiero que lo anterior sirva de introducción a algunos fragmentos de los escritos del mayor pensador argentino del siglo XIX a propósito del conflicto.

"La política actual del general Mitre no tiene sentido común si se le busca únicamente por su lado exterior. Otro es el aspecto en que debe ser considerada. Su fin es completamente interior. No es el Paraguay, es la República Argentina. Y éste es el punto donde la lucha preocupa absolutamente nuestra atención.

No es una nueva guerra exterior: es la vieja guerra civil, ya conocida, entre Buenos Aires y las provincias argentinas, si no en las apariencias, al menos en los intereses y miras positivos que la sustentan.

¡Pero cómo! -se dice a esto- ¿no está ya reestablecida la unión de la República Argentina? ¿No ha contribuido la misma guerra a estrechar y convalidar esa unión? Eso dice Mitre, bien lo sé; veamos lo que hace en realidad.

¿Qué unión quiere para los argentinos? La unión en el odio contra el amigo que ahora cinco años puso en paz honorable a Buenos Aires vencida con las provincias vencedoras. Por el general (Francisco Solano) López, como mediador está firmado el convenio de Noviembre que es la base de la organización actual de la República Argentina.

Los que hallaron preferible la mediación del Paraguay a la de Francia e Inglaterra, son los que llevan hoy a la guerra a ese pueblo a título de ¡bárbaro!

(...) El que entregó la provincia de Corrientes a los brasileros para que emplearan como una batería contra el Paraguay es, en efecto, el que ha traído a los paraguayos en el suelo argentino.

¿Cuál es la unión que el patriotismo del general Mitre evita con el mayor cuidado en medio de la crisis actual? La unión de los argentinos en el goce de la renta de diez millones que todos ellos vierten en su aduana de Buenos Aires. El frenesí de amor por la República Argentina no va hasta devolverle sus diez millones de pesos fuertes.

La unión decantada deja en pie toda la causa de la guerra civil de cincuenta años, a saber: la renta de las catorce provincias invertida en la sola provincia de Buenos Aires.

(...) Puesta la cuestión en este terreno, que es el de la verdad por todos conocida, se comprende bien por qué Corrientes y Entre Ríos están con el Paraguay, no con el Brasil; y por qué hay argentinos que están con esas provincias y no con Buenos Aires, en la lucha.

(...) El Paraguay es atacado como bárbaro porque coincide con Inglaterra y con Francia en estos dos deseos: la libertad de los afluentes del Plata y la independencia oriental como garantía de su libertad.

(...) Es un hecho innegable que en 1814 el doctor Francia intentó abrir relaciones directas de comercio con Inglaterra (...) como modo de escapar a la acción aislamentista de Buenos Aires. (...) En 1823 repitió el doctor Francia la misma tentativa (...), y como la anterior, quedó sin resultado. (...) Dios me libre de absolver al doctor Francia; digo solamente que su dictadura fue un resultado, no una causa; y que la causa que creó esa dictadura es la misma que engendró la del general Rosas, a saber: la congestión morbosa o enfermiza de la vitalidad de vastos países en una provincia, en una ciudad, en una mano (...)

El Paraguay convertido en soldado, su suelo en ciudadela, las costas de sus ríos en baterías inexpugnables no pensando sino en la guerra, ni sabiendo hacer otra cosa que pelear heroicamente, es el resultado lógico de la política que, desde 1810 hasta 1865 ha sido una protesta y una amenaza constante contra la independencia de su república y su derecho natural a comunicarse con el mundo por sí misma y sin sujeción a los que han querido imponérsele como su órgano forzoso y violento."

(Juan Bautista Alberdi, "La guerra del Paraguay", Hyspamérica, Buenos Aires, 1988, p. 139/146, en Documentos para la Historia Argentina Nº 8, Departamento de Historia del Colegio Nacional de Buenos Aires y Página/12, 1999.)


Algo de razón debía tener Alberdi. Al finalizar la guerra del Paraguay, y tras la cruenta "guerra de policía" llevada a cabo por el gobierno de Mitre contra los caudillos provinciales que se le oponían, la resistencia federalista a la hegemonía liberal de Buenos Aires había sido definitivamente derrotada.

(Como es habitual, un texto recomendable de consulta y referencia histórica en Internet es la Historia de las Relaciones Exteriores Argentinas disponible en el sitio del CEMA, en este caso el tomo VI. La ilustración es un cuadro de Cándido López.)


P.S.: el viernes 29 de agosto, aniversario del nacimiento de Alberdi, Norberto Galasso (lo lamento, Emilio) se refirió por radio Nacional al pensador tucumano. Cuando regresó de su largo exilio en 1878, Sarmiento lo recibió afectuosamente olvidando viejos enfrentamientos. En cambio, La Nación resucitó un texto juvenil en el que Alberdi había escrito "mazeta" por "maceta". Al enterarse, JBA le escribió a un amigo algo así: "Quisiera mirarlo a los ojos a Bartolomé y decirle: Guardaste la carta de un adolescente para injuriar a un anciano..."

No, si las miserias de la tribuna de doctrina vienen de lejos.